En el departamento de congelados de cualquier supermercado destaca la abundancia de guisantes, zanahorias, espinacas y otros alimentos, cuya pegada comercial es excelente a temperatura bajo cero. No obstante, determinadas verduras congeladas gozan de mayor aceptación que otras.
Una de las afortunadas entre los consumidores son las judías verdes, debido a la facilidad con que este alimento pierde sus nutrientes, vitaminas y minerales a temperatura ambiente. No es extraño que exista una fuerte demanda de Proveedor de judias congeladas para hosteleria, más aún considerando su alto contenido en antioxidantes y propiedades benéficas para el sistema inmunológico y el tránsito intestinal.
Otra de las verduras congeladas más exitosas son las zanahorias. Antes de que la congelación y ultracongelación de alimentos entrara en escena, estas hortalizas perdían gran parte de sus valores nutricionales durante el transporte desde la cosecha hasta el establecimiento comercial. Incluso si se almacena en cámaras frigoríficas, el contenido en vitamina C de las zanahorias se deteriora en un 80% en el curso de una semana, según datos de la Escuela de Medicina de Harvard.
Los guisantes figuran entre las verduras congeladas con mayor aceptación entre los consumidores, sin duda debido a la fragilidad de las semillas de la planta ‘Pisum sativum’. En efecto, los guisantes son poco resistentes a temperatura ambiental, e incluso las cosechas son famosas por su vulnerabilidad a las heladas. Congelados en el momento adecuado, los guisantes retienen la mayor parte de sus propiedades, a saber: las vitaminas A, C, B y K y los minerales calcio, sodio, hierro, zinc o selenio, entre otros.
Sin espinacas, la dieta vegetariana perdería un valioso activo. Aunque estas verduras pueden adquirirse frescas en caso de consumirse el mismo día, se recomienda adquirirla congelada cuando su preparación y cocina se pospondrá días e incluso semanas. De este modo, se conservarán intactas todas sus cualidades nutricionales.