Una jornada de reflexión 

Llegará un momento en el que no habrá suficientes días en el calendario para tantas conmemoraciones, pero hay días y días. Cuando llega el 19 de octubre me siento especial porque es el día del cáncer de mama. Y yo soy una de las cientos de miles de personas que han tenido esa enfermedad. ¿Y para qué sirve un día ‘dedicado’ a una enfermedad? Antes lo hubiera dudado, pero ahora sé cuál es el objetivo.

Como muchos de los eventos que giran en torno al cáncer de mama, el 19 de octubre sirve para recordarnos lo que hemos hecho hasta ahora, lo que hemos logrado, pero también todo lo que podemos hacer en el futuro si trabajamos juntos. El cáncer de mama es una enfermedad terrible: cada año se diagnostican en España más de 30.000 casos. Son muchos casos. Y detrás de cada caso, una persona, una familia, mucho sufrimiento.

Mi familia y yo sufrimos mucho con mi enfermedad. Se cogió a tiempo y todas esas cosas pero sufrimos. Por muy fuerte que seas siempre se cuela algún pensamiento negativo y siempre hay momentos de bajón. Por suerte, todo salió bien. Ya hace seis años que superé el cáncer y me siento bien, pero he de decir que aún no pasa un día sin que piense en aquella etapa de mi vida.

Gracias al día del cáncer de mama entro en contacto con otras personas que pasaron por lo mismo que yo. Porque por mucho que te apoye tu familia nunca entienden completamente a lo que una se expone. Tras superar la enfermedad decidí que mi experiencia debía servir a otras mujeres y por eso me asocié a una entidad especializada en cáncer de mama. Mi labor, siempre voluntaria, es estar en contacto con pacientes: escucharlas, entenderlas y hablarles de tú a tú.

Así que para mí el día internacional del cáncer de mama no deja de ser una jornada de reflexión en el que la sociedad debate sobre lo que ha conseguido y lo que todavía puede hacer para tratar de enfrentarse mejor con esta enfermedad.